HISTORIA

Burbáguena fue al principio habitada por los celtíberos. Posteriormente, fueron los romanos y estuvo bajo el poder árabe hasta las primeras décadas del siglo XII. Con Alfonso I el Batallador, se adjudicó parte de las rentas de Burbaca a la Milicia de Monreal. Según datos documentales, la Orden del Santo Redentor poseía propiedades en la localidad que después de 1196 debieron pasar a manos de los templarios, ya que éstos tenían casa y propiedades en Burbáguena.

El pueblo y el castillo fueron objeto de posesión de diferentes dueños: Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona (1142); Alfonso II y Pedro de Ayerte (1177); Gonzalo de Azagra, señor de Albarracín (1192), Pedro II y su madre Doña Sancha (1205) o Jaime I, el Conquistador (1214).

En 1250 el castillo y sus tierras fueron comprados por Jaime I por 41.000 sueldos jaqueses, incorporándola a la Comunidad de Daroca, siendo confirmada como Aldea de la misma en 1277 por el rey Pedro III, el Grande. Perteneció a la Sesma del Jiloca y a la Sobrecullida de Daroca. Desde 1646 hasta 1711, fue Vereda de Daroca y a partir de esta fecha hasta 1833 fue Corregimiento de Daroca.

En 1226, el rey Jaime I convocó en Burbáguena a los ricos hombres del reino para convencer a Pedro de Ahones de que desistiera de la conquista y persecución de los moros de Valencia. Se produjeron una serie de discrepancias y Ahones huyó. Fue perseguido por el camino a Cutanda y cayó herido de muerte en la zona del Balsete. El profesor Ubieto indica la existencia de un Cantar de Gesta en el que se narran las hazañas y muerte en Burbáguena de Pedro de Ahones.

Descubre la historia de Burbáguena

Durante la Guerra de los Dos Pedros, entre Aragón y Castilla, Pedro I de Castilla tomó el castillo. Fue la única rendida sin apenas resistencia y poco después recuperada por el rey aragonés. Se les llamó “los rebeldes de Burbáguena” por la falta de gloria en su defensa y les fueron embargados bienes en valor de 6.000 sueldos jaqueses, que los emplearían para el pago del rescate del noble Tomás Sánchez Viñas y en la restauración del castillo.

Ya en el siglo XIV se conoce la existencia de una aljama judía, procedente de la de Daroca. Se sabe que en 1414-1415 hubo un gran número de conversos para evitar ser perseguidos por la Inquisición. Hasta 1490, se efectuaron, ante la Inquisición, 37 denuncias por casos de herejías. 

En Burbáguena no sólo encontramos presencia judía sino también musulmana. En el censo de 1495 se inventariaron 107 fuegos, entre los cuales existían un gran número de musulmanes mezclados con la población cristiana. Fue en los siglos XVI y XVII cuando conoció su mayor esplendor. Fue considerada como una de las aldeas más importantes de la Comunidad, por su privilegiado emplazamiento, lugar ribereño, alta producción agraria y estable población.

Según la ponencia presentada por Emilio Benedicto en el IX Simposio Internacional de Mudejarismo, la expulsión morisca de Burbáguena aconteció en agosto de 1610, en la que junto a los de Báguena y Daroca fueron llevados a los Alfaques en la costa catalana para su posterior vuelta a tierras africanas.

En el año 1661, el pueblo sufrió una grave crisis de subsistencias, en la que se emitieron órdenes reales para la insaculación de regidores ante la carencia voluntaria de los mismos, de ayudas y exenciones de impuestos.

El carácter rebelde con que fueron señalados los burbagueneros siglos antes, seguía patente en el siglo XVIII. Continuaron dándose buen número de procesos inquisitoriales y se mantuvieron enfrentamientos constantes con Báguena sobre los derechos del Azud del Molino, daños al ganado o a los bienes.

Como en el resto de Aragón, inició el siglo XIX, bajo la dominación francesa, dándose en sus proximidades dos reseñables hechos: la intercepción, en 1810, de una expedición invasora y la presencia, en 1811, de la caballería del Empecinado.

En 1857, Burbáguena había recuperado su anterior importancia en riqueza agrícola y en población. En época de la II República, se tienen noticias de la existencia de un hospital y de un cuartel militar. Durante la Guerra Civil Española, tuvo presencia alemana de la Legión Cóndor e italiana, a las órdenes de una comandancia que fijó su acuartelamiento en la Casa del Marqués, mientras los soldados eran distribuidos por diferentes viviendas de la localidad. En la postguerra, desde el Cuartel de la Guardia Civil, se llevaron a cabo varias acciones contra los maquis, tras haber mandado anónimos amenazantes al alcalde y otras autoridades locales.

En la reorganización administrativa de 1833, se constituyó como Ayuntamiento perteneciente al Partido Judicial de Calamocha y a la provincia de Teruel. Perteneció a la Mancomunidad de Servicios de Calamocha, acordándose, en la última reestructuración territorial efectuada en marzo de 2003, pertenecer como municipio en la comarca del Jiloca.

*Texto facilitado por xiloca.org